domingo, 16 de agosto de 2015

Descripción de mi hija Alejandra.



       Mi hija Alejandra es maravillosa, tiene 18 años y es la princesa de la casa.  Ella con su piel castaña, me sonríe todos los días con su blanca dentadura a las 5:50 a.m. para llevarla a la universidad. Tiene grandes sueños por realizar y para mi es un gusto poderla acompañar en su caminar.
       Ella es bajita, alrededor de 1.60 m., tiene le cabello castaño, cortado en ondas y largo hasta la cintura.  Sus ojos café, me llenan de ternura porque emanan paz y deseo por vivir nuevas aventuras en su día a día.  Sus manos tibias con largos dedos y uñas siempre a la moda, me recuerdan que la manicura debe hacerse todos los días.  Su voz es modulada y nunca grita, a  menos que se encuentre en un concierto o en la rueda de la fortuna, la melodía que procede de su boca al llamarme mamá alimenta mi alma como un delicioso batido mañanero de fresa.  Parece que camina de puntitas, pues nunca la escucho y siempre me sorprende, es una gacela, se desplaza con rapidez y sigilosa.
       Mi hija ama los colores rosa y naranja; y su blusa a rayas, aunque no entiendo el porqué pintó su cuarto purpura, será porque es muy creativa.
      Puedo presumirles que es una niña muy independiente, de puros sentimientos y compromiso con ella misma.  Se levanta muy temprano, se asea y prepara su desayuno escolar, se toma su batido y sale corriendo para llevarla al autobús porque le gusta ser muy puntual.  Estudia mercadotecnia en una universidad pública, sus calificaciones son promedio; no es una chica de muchos dieces; pero si es una tenaz machetera cuando se necesita.  A decir verdad es muy analítica, confieso que me ayuda en mis estudios y en las tareas domésticas. Su día es un correr y cierra con su deporte favorito, natación.
       Amante de los seres vivos, ha visto desfilar durante su corta vida: conejos, pollitos, gatitos y perritos.  El ultimo lo salvo de ser atropellado y lo escondió en su cuarto por días hasta que lo entrego en adopción.  ¡Quién lo diría!
            Sin duda, mi pequeña hija ha crecido, tiene más responsabilidades y se convierte a pasos agigantados en una mujer.  Pero ahora, solo disfruto de su piel dorada con tremendo beso en mi frente y sobre mi regazo cada mañana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario