Mi
hija Alejandra es maravillosa, tiene 18 años y es la princesa de la casa. Ella con su piel castaña, me sonríe todos los
días con su blanca dentadura a las 5:50 a.m. para llevarla a la universidad. Tiene grandes sueños por realizar y para mi es un gusto poderla acompañar en su caminar.
Ella
es bajita, alrededor de 1.60 m., tiene le cabello castaño, cortado en ondas y largo
hasta la cintura. Sus ojos café, me
llenan de ternura porque emanan paz y deseo por vivir nuevas aventuras en su día
a día. Sus manos tibias con largos dedos
y uñas siempre a la moda, me recuerdan que la manicura debe hacerse todos los
días. Su voz es modulada y nunca grita,
a menos que se encuentre en un concierto
o en la rueda de la fortuna, la melodía que procede de su boca al llamarme mamá
alimenta mi alma como un delicioso batido mañanero de fresa. Parece que camina de puntitas, pues nunca la
escucho y siempre me sorprende, es una gacela, se desplaza con rapidez y sigilosa.
Mi
hija ama los colores rosa y naranja; y su blusa a rayas, aunque no entiendo el porqué
pintó su cuarto purpura, será porque es muy creativa.
Puedo presumirles que es una niña muy independiente, de puros sentimientos y compromiso con ella misma. Se levanta muy temprano, se asea y prepara su
desayuno escolar, se toma su batido y sale corriendo para llevarla al autobús
porque le gusta ser muy puntual. Estudia
mercadotecnia en una universidad pública, sus calificaciones son promedio; no
es una chica de muchos dieces; pero si es una tenaz machetera cuando se
necesita. A decir verdad es muy
analítica, confieso que me ayuda en mis estudios y en las tareas domésticas. Su
día es un correr y cierra con su deporte favorito, natación.
Amante
de los seres vivos, ha visto desfilar durante su corta vida: conejos, pollitos,
gatitos y perritos. El ultimo lo salvo
de ser atropellado y lo escondió en su cuarto por días hasta que lo entrego en
adopción. ¡Quién lo diría!
Sin
duda, mi pequeña hija ha crecido, tiene más responsabilidades y se convierte a
pasos agigantados en una mujer. Pero
ahora, solo disfruto de su piel dorada con tremendo beso en mi frente y sobre
mi regazo cada mañana.
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